Campo y bodega son el aula natural de la cultura del vino. Y si cada destino tiene su singularidad patrimonial, en nuestro viaje a Navarra y la Rioja no podíamos marcharnos sin visitar antes una bodega en familia. El tiempo apremiaba y decidimos elegir una en la misma capital de nuestro vino más internacional: Logroño, una ciudad amena y cómoda, abierta y cercana, y de puro sabor.
Es curioso porque a los mediterráneos nos gusta el vino con la comida pero somos más de cerveza con el aperitivo y aquí en cambio apuestan más, por lo que vimos y con toda lógica, por acompañar preferiblemente la tapa con el vino. Algo que también nos llamó la atención en Valladolid, tierra del Ribera del Duero, otra de nuestras grandes denominaciones de origen, con aquellas magníficas copas de vino por doquier para acompañar el aperitivo.
Bodega museo
La escapada a Logroño coincidía con su nombramiento como Capital Española de la Gastronomía y los cuatro a bordo saboreamos, compartimos y aplaudimos tal honor empezando por el tapeo en la famosa calle de El Laurel para ir abriendo boca.
La ruta gastronómica de la que dimos buena cuenta durante nuestra estancia dio pie a largos paseos. Entramos en la concatedral Santa María de la Redonda, callejeamos por el casco antiguo y descubrimos que, cuatrocientos años atrás, había tenido lugar en la ciudad el acto de Fe contra las Brujas de Zugarramurdi. Un hecho que dio pie para hablar sobre aquellos tiempos ante los ojos atónitos de nuestras hijas en otro episodio imborrable de los de aprender viajando.
El tiempo apremiaba y decidimos, con acierto, visitar la bodega Ontañón, una bodega museo cuyo recorrido con la mitología como hilo conductor encandila a niños y adultos. Los cuadros, esculturas y vidrieras del artista riojano Miguel Angle Sáinz dan un aire mágico a las instalaciones que se recorren con todo tipo de información sobre el proceso de la elaboración del vino.
La jornada finalizó con la degustación (vino para los adultos y mosto para los niños) y con dos deseos: regresar a a esa Requena horadada por sus bodegas, esta vez en familia, y escaparnos en algún momento al campo para tener la oportunidad de vendimiar en familia. Al tiempo 😉
Marina IZQUIERDO
Me habían hablado mucho de Logroño, pero no me habían advertido que tengo que empezar la visita por la calle El Laurel. Muchas gracias por la información !!.
Toda ciudad tiene esa calle especial donde encontrarse y celebrar, y la Laurel, como la llaman, es auténtica. Bares, restaurantes, pinchos y buen vino, vamos, como para no perdértela. Seguro que te encantará. ¡Ya nos cuentas!!!