Descubrir esa Cantabria infinita de la mano infinita de la amistad es un viaje que no se olvida nunca

Las cuatroabordo junior crecen y como me han salido deportistas me temo que entre los partidos de basket y de fútbol los pocos puentes libres que nos queden los vamos a exprimir como nunca. Siempre he dicho que hay que viajar con los hijos cuando son pequeños y el tiempo me está dando la razón. Y no solo porque cómo decía entonces, cuando todavía eran bebés, es un tiempo de oro que hay que compartir, un tiempo para aprender tantas cosas juntos, un tiempo para construir familia, sino porque es cumplir los doce años y todo empieza a complicarse. Cada curso es más duro y te ata más. Pero si además juegan en algún equipo, ya para qué hablar…

¿Por qué Malta y Cantabria? ¿Qué nexo tienen estos dos lugares maravillosos además de mirar al mar? El nexo del principio, que mis cuatroabordo junior crecen y la mayor este año ha sido la primera vez que ha volado por su cuenta, y han sido Malta y Cantabria los destinos que han abierto y cerrado un verano para recordar. Huelga decir que el nudo en la garganta hacia ese vuelo en solitario no solo lo tenía ella. Educar es tejer alas pero aterrizar la teoría te llega a conmover, demasiadas emociones y algún que otro miedo componen el ovillo.

Malta es el lugar al que siempre se quiere regresar como ocurre con todos los lugares donde fuiste feliz

Primero fue Malta. El lugar al que siempre quiere regresar porque eso ocurre con los lugares que has sido inmensamente feliz. Regresar a esa tierra de mar, tierra y campanas que es un pequeño paraíso ideal para disfrutar en familia. Y allí le estaba esperando la familia de su amiga para exprimir de nuevo la isla.

Luego fue un verano de crucero, playa, ciudad y montaña en familia para cerrar con broche dorado en Cantabria. Y esta vez acariciar la aventura de un lugar nuevo en el que todo está por descubrir también de la mano de una amiga y su familia con ese plus que tiene recorrer una tierra de la mano de gente que la conoce también, de la mano de esos embajadores en los que se convierten quienes eligen un destino para convertirlo en segunda casa.

Del mediterráneo calmo al Cantábrico salvaje. Comillas, San Vicente de la Barquera, la naturaleza en estado puro invitando a afilar todos los sentidos. También Santander como indiscutible anfitriona, una ciudad que tan gratos recuerdos nos trae a los cuatroabordo adultos en esa Cantabria infinita.

Dos paraísos de verano, en definitiva, que sumar para no olvidar nunca a ese gran viaje que es la vida. Dos paraísos en el tiempo.

Marina IZQUIERDO