Amsterdam, del rojo al amarillo

Amsterrdam fin de semanaAmsterdam es una ciudad de colores. De flores de ladrillos asomadas a los canales. De bicicletas que se visten estridentes para no atropellarse en una urbe que funciona a ritmo de pedales. De toda la paleta de ocres del neoderlandés más universal, Van Gogh, cuyo museo visitamos entre las brumas de una mañana de invierno y sorteando las colas que enriquecen a la ciudad, ironías de la vida, de quien muriera en la más absoluta pobreza.

Museo Van Gogh

Fue un viaje de a dos, de esos de escapada express en pareja, pero con mis cuatroabordo en el pensamiento. Inevitable. Nos costó lo nuestro convencerlas porque no hay viaje al que no se suban y más con Amsterdam, una de las ciudades que tiene mi hija mayor en su lista de  lugares que “tengo muchas ganas de conocer”, sobre todo desde que leyó el Diario de Ana Frank. Así que será seguro de las que repetiremos con el aliciente de pisar lugar conocido para hacer de cicerone, regresar a lo que vale la pena, visitar lo que nos quedó, y la infinita sensación que supone ver un lugar a través de sus ojos. Porque al tamiz personal e intransferible del propio viaje se suman las propias que provienen de ellas y que te hacen poner el destino boca abajo o regresar por un momento a la niña que fuiste.

BARCO, TRAM Y BUS

Nos hospedamos en un hotel céntrico que miraba, cómo no, a un canal. La noche repleta de colores hasta incluso con un toque kitsch reflejado en el agua mientras las bicicletas continuaban protagonizando el paisaje holandés, porque son como el minutero de un reloj, siempre están en marcha, tic, tac, aquí y allá, tic tac, hasta el punto de cerrar los ojos y seguir viéndolas como se deslizan suaves, rápidas, ligeras y hasta etéreas, tic tac… Mujeres y hombres que van y vienen sobre ellas como quien no se desprende de su móvil, en una simbiosis que asombra y atrapa.

Pese a ello, no optamos por la bici y nos desplazamos en barco, tranvía y autobús. Una maravilla desde el agua y desde las alturas transitar por una ciudad de lo más viva. Alegre y con ese sol tibio que invita a llenar las terrazas y los cafés a cielo abierto. Pero también a la luz de la luna. O así se nos mostró y me recordó, no sé por qué, a la algarabía de mi Valencia natal.  Y también a mi Manhattan adoptivo por sus ventanas abiertas a la vida y a la curiosidad de todo viandante escasas como andan de cortinas y persianas. No en vano en un tiempo perteneció a España de donde el famoso San Nicolás trae a los niños a los niños mandarinas, naranjas, dulces y juguetes a principios de diciembre. En cuanto a Manhattan, fue la isla que compraron los holandeses por apenas unos dólares/florines que se tradujeron en barriles de cerveza. Tan rica como el queso, indispensables allí. O como el famoso Rijstaffel, ese arroz con más de una veintena de salsas de origen indonesio también de cuando las colonias, que saboreamos de principio a fin.

 

AL ROJO VIVO

Cada plaza, un tesoro. La Dam con el palacio real, Museumplain y sus joyas de museos, la animada Lediseplain donde la vida bulle, la Rembrandtplain con la escultura dedicada al pintor y la recreación en bronce del cuadro La ronda de noche, el silencioso Beginjhof, los bulliciosos mercadillos y parques, perderte por los barrios, canal tras canal, puente y rincón, contemplar las bellas iglesias y junto a la más antigua, la Vieja como llaman a la Oude Kerk en pleno centro, sin darnos cuenta, de bruces con el barrio rojo. Tan viejo también y famoso con las mujeres a pie de calle desnudándose tras los cristales en un cuartucho con cortinillas donde esconder los sueños, como anacrónico y triste.  Amsterdam y sus colores que reverberan en el agua para enamorarte con sus amarillos y ocres y enrojecerte, como mujer, bajo esas bombillas que iluminan escaparates donde igual se venden quesos que besos…

Marina IZQUIERDO

 

2 Respuestas a “Amsterdam, del rojo al amarillo

  1. Pues lo prometido es deuda. Tienes que volver con el equipo de Cuatro a bordo al completo y visitar la casa de Ana Frank. Si han leído el libro es visita obligada!!

    • Sí, a la próxima los Cuatro a bordo Y la visita a la casa de Ana Frank imperdible 😉 Aunque ahora hay otro viaje en el horizonte que por suerte el verano está casi a la vuelta de la esquina… Y lo más curioso es que va a ser de ¡seis a bordo!!!

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