Budapest, dividida en belleza por el Danubio, pone a prueba tus sentidos

Budapest en familia. Una ciudad que es tan bella cuando te la imaginas como cuando la conoces, porque pese a haber escuchado maravillas sobre ella, con el peligro añadido de las expectativas, no te decepciona. Corría un frío gélido de febrero cuando la visitamos, excusa que nos sirvió para añadir a las compras unos simpáticos gorros de lana con trenzas que forman parte de esos recuerdos viajeros que con la simple vista te regresan a aquellos días.

De primeras, y una vez entras en el margen del Danubio, la belleza es tan impactante que no sabes hacia que orilla mirar, si a la izquierda hacia la ciudad alta Buda o a la derecha hacia la ciudad baja llamada Pest, y que junto la antigua Óbuda, resumen el nombre de la capital de Hungría al unirse a finales del XIX.

Tras callejear por las peatonales, afinar el oído para ver cómo suena una de las lenguas más difíciles del mundo, disfrutar del olor y del sabor de su mercado central, probar las chimeneas, esos dulces de azúcar que no te puedes perder, e impresionarnos con la Plaza de los Héroes, enorme, abierta y casa del Museo de Bellas Artes en la Avenida Andrasy, o con la gigantesca Basílica de San Esteban cuya torre hace de mirador, el parque de la ciudad  Vajdahunyad y contemplar el castillo del mismo nombre que imita al de Drácula en Transilvania, vale la pena cruzar el Puente de las Cadenas para detenernos sobre el Danubio azul que tan bien conocíamos y comprobar que pase por la ciudad que pase no se cansa de regalarnos estampas únicas.

La Plaza de los Héroes dedicada a las siete tribus fundadoras de Hungría

BASTIÓN Y CASTILLO

De Pest a Buda, a la zona alta, para ver el imponente Parlamento como mejor se contemplan los monumentos en perspectiva y así poder definir su silueta, que en un trazo representa como ninguno a la capital de Hungría. Y hacerlo además desde la colina del Bastión de los Pescadores que, además de unas vistas de vértigo, es el típico lugar que fascina a niñas y niños.

Con siete torres que conmemoran las siete tribus fundadoras de Hungría, también presentes en la Plaza de los Héroes, las cuatroabordo junior iniciaron su particular viaje en el tiempo como siempre sucede cuando hay castillo, fortaleza, palacio o torre a la vista que por un momento se convierten en los parques temáticos de los tiempos antiguos, como les gusta llamarlos a ellas. Pero la cosa no quedó ahí y además de contemplar la ecléctica iglesia de Matías tras siglos de distintas improntas según qué reyes y que épocas y ser testigo de bodas y coronaciones reales, nos adentramos en el Castillo de Buda también conocido como Palacio Real.

La zona está llena de restaurantes y saboreamos el famoso gulash, y bajamos a su bodega oscura que nos prevenía de los laberintos que surcan la ciudad. El Castillo de Buda también conocido como Palacio Real es imponente y alberga entre otros edificios emblemáticos la National Gallery y la Biblioteca Nacional.

Los balnearios con aguas termales, siendo los más conocidos Szécheny o Gellert, escenarios de películas y anuncios, completan el menú de esta escapada muy recomendable para disfrutar en familia de la Budapest elegante mágica.

Marina IZQUIERDO