Está considerada una de diez islas más bellas de Europa y no es para menos. Porque haciendo honor a su nombre, recalar en Gozo es una auténtica gozada. Con 67 kilómetros cuadrados de extensión se nos antoja pequeña pero… ¡es más grande que Manhattan con sus menos de 60! Aunque claro, la concentración de edificios y vidas de la neoyorquina es la otra cara de la isla maltesa donde impera el silencio y la paz más absoluta
Cogimos el ferry , un medio que siempre se convierte en una aventura cuando viajas con niños. Desde Mgarr rumbo a Gozo. Un aperitivo que abre todos los sentidos. Lo peor de cuando vas en coche es las colas que se forman a la vuelta, y, también, las dudas de si cabrá en el siguiente ferry a la ida. No hay que olvidar que es el lugar preferido por los malteses para pasar el fin de semana y día de fiesta que se precie. Pero a la larga vale la pena la posible incertidumbre o retención porque exprimes la isla en una jornada
El trayecto de apenas 25 minutos invita a descubrir la isla de Comino y vislumbrar a lo lejos la belleza única de la Laguna Azul, que nada tiene que envidiar al turquesa del Caribe. El ferry se paga a la vuelta, así que la compañía presupone que no te vas a quedar allí para siempre…;) Si vas en coche, no te duermas, porque va todo rápido, rápido.
TEMPLO MEGALÍTICO
Nada más llegar nos fuimos a ver los templos megalíticos de Ggantija. Malta cuenta con la cultura más antigua del mundo por lo que a edificaciones hechas por el hombre se refiere. Viajar a la Edad de los Templos, más de 5000 años en el tiempo, es emocionante. Y pensar que aquella cultura imaginó tras ellos la mano de una diosa gigante, la de la fertilidad, para construirlos, de fábula.
Las iglesias que salen a nuestro paso son espectaculares, como en todo el país, pero aquí, en la isla, todavía sobresalen más en el entorno del pequeño pueblo que coronan. Comimos en la plaza de Xaghra, y la mayoría apostó por los “penne a la Gotizana”…un éxito. Eso sí, energía suficiente como para quemarla en el resto del día. Así que comenzamos por visitar la iglesia que teníamos más a mano y cuál no fue nuestra sorpresa al traspasar su puerta. Impresionante todo. Altar, mármoles, vidrieras, lámparas…Nunca te lo hubieras imaginado…bueno, si ya llevas recorrido un buen tramo de Malta, sí.
CALIPSO, ULISES Y LA VENTANA AZUL
Nos detenemos en Victoria, su capital, donde vale la pena callejear sobre todo por su ciudadela. Los helados calman la impaciencia de nuestros viajeros más pequeños para los que hay que saber vender bien el plan de “piedras”… Les contamos que vamos a ver una gruta en la que vivió Ulises cuando su barco naufragó. Allí estaba la bella Calipso y Ulises permaneció hechizado siete años mientras Penélope tejía y tejía su espera… Además de incitar a la imaginación es una oportunidad para hablar de literatura y contarles que hay también dibujos animados sobre el personaje de Homero. Cuando llegas decepciona un poco porque no puedes entrar en ella (hace más de una década, en mi primer viaje a Malta, sí que te adentrabas al tiempo que te preguntabas como podía vivir alguien en tan reducido espacio). Aun así puedes imaginarla desde arriba, donde te dejan ver un pequeño resquicio de la gruta. Pero las vistas a la playa de Ramla son tan espectaculares que vale la pena. También entiendes que Ulises, además de por otros motivos más personales, se enamorara del lugar…
Y para despedir el día en Gozo la Ventana Azul. Un lugar privilegiado de la naturaleza. Además de jugar a “sostener” la ventana para la foto, los más aguerrido suben a ella para inmortalizar la experiencia (suele quedarse siempre alguien para fotografiar al intrépido o intrépidos) Y las niñas, además, y gracias a la porosidad de los acantilados, jugaron a que ¡habían llegado a la luna! Teniendo en cuenta que Malta es el Hollywood europeo, si algún día quieren rodar una película con paisaje lunar tienen en la Ventana Azul de Gozo un plató natural. Por cierto, el regreso, en el ferry, con el sol hundiéndose en las aguas de las islas, de película.
Yo he estado y me encantó. Me quedé un poco decepcionada con la cueva de Calipso, pues sé que antes se podía entrar, pero solo por las vistas que tienes desde allí, la imaginación empieza a volar. Muy recomendable Gozo. Un oasis de paz.
A nosotros también nos pasó, sobre todo porque mi marido y yo en nuestra primera visita (aún no teníamos las niñas) sí pudimos entrar. Era pequeñísima, tanto que dudábamos que alguien se pudiera tumbar. Un oasis de paz. Lo suscribo. Un saludo viajero 😉