Oslo. Primera incursión en el mundo nórdico de Cuatro a bordo. Cuando comentamos que nos vamos a Noruega la primera reacción de quiénes conocen el destino se repite: ¿A Oslo? ¡es carísimo! Y tanto va el cántaro a la fuente que al final…tiene razón. El precio del billete de avión y el hotel no es significativo, porque cuesta más o menos lo mismo que otros viajes que hemos realizado en familia, pero el nivel de vida allí es otro cantar, reconocido incluso por sus vecinos suecos y daneses. Pero ¿vale la pena? Sí, ya lo creo que sí.
En nuestra escapada conocemos a españoles que trabajan en el sector turístico y nos confiesan que están contentos en su día a día laboral y con los sueldos acordes con el alto nivel de vida, aunque eso sí, añoran el clima, la gastronomía y la alegría…y es que no se puede tener todo. Y así entiendes, también, que cuando los noruegos vienen a España disfruten de lo lindo, porque les tiene que parecer el paraíso en todos los sentidos. De hecho, 1 millón y medio (una cuarta parte del país) nos visita cada año, y muchos de estos viajes de los más mayores están subvencionados por el gobierno nórdico.
CALLEJEAR
Nos hospedamos en un hotel céntrico y por suerte el primer día lo dedicamos a recorrer la capital de Noruega, y digo por suerte porque nuestra pequeña por la noche se lesionó y el resto de días los cuatro a bordo incorporaron las muletas a la escapada. El hotel está muy cerca del Museo del dramaturgo y poeta noruego, Henrik Ibsen, y aprovecho para hablarles a mis hijas de “Casa de muñecas”, obra que marcó una época por reivindicar sobre el telón la dignidad de las mujeres consideradas por los hombres como muñecas sin opinión ni decisión. Literatura y viajes, una motivación más para hacer kilómetros… Desde allí, cruzamos, y ante nosotros se erige el Palacio Real.
PALACIO REAL
Es momento de perderse por el jardín y descubrir sus esculturas. Y nada más entrar nos encontramos con la de la reina Maud, obra de la escultora Ada Madsen, sobria y algo mágica, mientras que otras como la de la escritora y activista de los derechos de la mujer Camille Collet nos adentran en el mundo del escultor Gustav Vigeland tan imprescindible a lo largo y ancho del paísaje escultórico de Oslo. En la misma plaza la que rinde homenaje al rey Karl Johans a caballo con un pájaro en su cabeza que no se apea nos sirve de excusa para recordar el cuento del Príncipe Feliz. Escultura, literatura y viaje.
KARL JOHANS GATE
El rey entonces de Suecia y Noruega da nombre a la calle principal, a la arteria más viva de Oslo, la Karl Johans Gate. Hay música y descendemos recordando el arquitecto que quiso hacer de ese paseo los Campos Eliseos nórdicos. Librerías, tiendas, el medio sol detenido, edificios emblemáticos aunque también pobreza con la mendicidad apostada en más de un tramo, algo que con el concepto de bienestar nórdico que manejas como que te choca más.
La avenida te invita a recorrer el Teatro Nacional, la Catedral, y adentrándonos el Ayuntamiento, el Centro del Nobel de la Paz y la Fortaleza Arkershus; la vieja Universidad tras la cual se esconden dos joyas que dejamos para otro día (la National Gallery y el Museo de Historia) el original Parlamento y demás edificios históricos.
APERITIVO DE MUSEOS
A nuestro paso descubrimos el museo del Cine, un aperitivo muy interesante con el que abrir boca para todos los museos que visitaremos a lo largo de la escapada, como el Parque de Vigeland, al que también, por suerte, nos escapamos nuestro primer día, todavía liberados de las muletas. El parque de esculturas más importantes del país que se convierte en un museo escultórico al aire libre que no te puedes perder. Ambos por cierto, gratis.
FORTALEZA AKERSHUS
Y callejeando, callejeando llegamos a otro de los momentos mágicos de la escapada: la Fortaleza de Akershus. Donde las cuatroabordo junior hacen realidad en sus bastiones aquello de “imaginación al poder”. Con más de siete siglos de Historia y salvando las distancias nos evoca nada más poner un pie a una que conocemos muy bien: el Kalemegdan en Belgrado. Y así como aquel está en la confluencia entre los ríos Sava y Danubio, el nórdico está bañado por el fiordo de Oslo, por el que también nos adentraremos en barco y esta vez ya, con muletas a bordo.
CAFÉ y SOL
No os perdáis las cafeterías cuya estampa invita a “allá adonde fueres haz lo que vieres”. Llama la atención que pese al frío cuenten con bancos de madera y sillas pegadas a las fachadas y a las ventanas para disfrutar de un rico café, bebida de las que son el segundo país consumidor del mundo solo por detrás de los finlandeses. El sol es un bien preciado, y nosotros que somos mediterráneos y hemos vivido añorándolo en otros países entendemos a los noruegos en su afán de disfrutarlo. Y además tuvimos la suerte de tener plácidas tardes en la que degustar sol y café. Y tan rico.
FIORDO DE OSLO
Junto al ayuntamiento, el museo del Premio Nobel de la Paz, y el icono de la capital noruega con el espectacular Palacio de la Ópera. La ciudad por cierto está totalmente tomada por las obras y una de las frases que más repetimos en familia, en un guiño cómplice, es la de cuándo van a encontrar el tesoro…Decidimos, con acierto, tomar un barco para recorrer el Fiordo de Oslo, sobre todo teniendo en cuenta que el segundo día vamos con lesionada a bordo. Dos horas de paseo bordeando las diferentes islas con casas de madera, faros y leyendas incluidas. Todo ello sin olvidar la isla de los Museos que la dejamos para otro día cuando abordemos la joya de Oslo en turismo familiar: su rica oferta museística.
Me gusto mucho Oslo. En especial el museo de Munch- su pintura me encanta- y la colina-montana donde hacen los saltonde esqui. La vista es espectacular.
Y el parque Wigeland, que como comentas es muy agradable pasear y tumbarse un rato al sol, si hay, junto a esas maravillosas esculturas.
Es una ciudad que vale la pena disfrutar. La obra de Munch me emocionó mucho y creo que logramos transmitir su importancia a las niñas. En el próximo artículo recalaremos en algunos de los museos que visitamos, tantos y tan interesantes que te quedas con las ganas de ir a todos. A la próxima, más 😉 Un saludo viajero.
Me ha encantado el recorrido por Oslo. Entran ganas de coger in avión y perderse por allí en las próximas vacaciones. Tomo nota, me lo apunto para cuando tenga ocasión.
No lo dudes Cristina sobre todo si tienes vuelo directo es una escapada muy interesante. Nosotros viajamos desde Malta.