Todavía son pequeñas pero ya han visitado unas cuantas universidades importantes en el mundo: Yale, Harvard, Columbia… ésta última con la satisfacción infantil de ser donde trabajaba mamá. También me han escuchado a mí hablar de Oxford o Cambridge, han visto la de Alcalá que originó la Complutense…y la de Valencia, a la que le deben estar en este mundo, pues en su campus nos conocimos su padre y yo. La Universidad es pasado, pero sobre todo futuro. Saben que algún día será algo importante en sus vidas, clave en su desarrollo personal y profesional, por lo que algo de nuestra emoción adulta les contagiamos al recorrer la Universidad más antigua del mundo.
Qué monumental y qué alegre Bolonia, no en vano una gran parte de su población son estudiantes universitarios. Qué grata sorpresa cuando tus expectativas no son tan altas, sobre todo sabiendo que la ruta incluía San Marino y Venecia, y cómo nos cautivó desde el primer instante la Roja, la Docta y la Grosa: de color y sabor medieval, repleta de juventud y con una de las mejores gastronomías en Italia. Vamos, una escapada con nota alta para nuestra filosofía Cuatroabordo de #aprenderviajando
La música por doquier, un buen tramo peatonal, las bicicletas como transporte principal, la pequeña compitiendo con las pompas de jabón gigantes y como en todo viaje admirando al mimo de turno mientras nuestra preadolescente loca con el anuncio de 20.000 m2 de “shopping”…
Mortadela y soportales
La famosa mortadela boloñesa y la salsa que lleva el nombre de la ciudad no pueden faltar en el menú aunque aquí lo que destaca es el tortellini. Además de la Universidad, Bolonia cuenta en su libro de records y curiosidades con su mortadela con la primera denominación de origen del mundo. Y qué decir de sus soportales, nada menos que 40 kilómetros de pórticos, que se dice pronto, y por lo que aspira a ser Patrimonio de la Humanidad. Recorrerlos es una ruta sorpresa y además, a salvo de coches y como aseguran allí, una buena forma de recorrer sin mojarse la ciudad cuando llueve.

Típico antipasto de Bolonia con su mortadela D.O protagonista en el restaurante Clavature junto al famoso Quadrilatero
La avenida de la Independencia, pasando por la Catedral (y la tienda Disney, sí, también hay que parar aunque el padre insista en que todas son iguales) te lleva a las plazas principales de Neptuno y la Mayor, donde cogimos el clásico trenecito que te adentra por singulares rincones de este monumental centro histórico. De haber tenido más tiempo habríamos intentado buscar los famosos siete secretos de la ciudad, aunque alguno de ellos sí que descubrimos.
Historia y relojes solares
La basílica de San Petronio nos dio pie para contarles a nuestras hijas una nuevo episodio de la historia: allí fue coronado el Rey Carlos I de España como Emperador de Alemania. Era el hijo de la reina Juana (La Loca), el nieto de los reyes católicos, ¿os acordáis? (y ahora más con la serie en televisión aunque no la vean), el mismo que cedió Malta a los caballeros de la orden de San Juan que luego serían los caballeros de la Orden de Malta, a cambio de un tributo simbólico: el halcón maltés.
En esta misma basílica, la quinta iglesia más grande del mundo, se encuentra uno de los relojes solares más largos del mundo. Obra del astrónomo genovés Cassini, autor entre otros hallazgos de descubrir la división de los anillos de Júpiter que lleva su nombre (a la pequeña le fascina el espacio) y uno de los astrónomos más importantes de todos los tiempos. La sombra más corta sobre el suelo marca el solsticio de verano y la más larga el de invierno, marcando los días del año a modo de calendario.

La torre Asinelli de casi 100 metros y 499 escalones toma el nombre de la familia que la erigió igual que su compañera Garisenda con la mitad de metros
Plaza tras plaza, palacio tras palacio bajo los soportales, esta ciudad rojiza te atrapa y una vez frente a las due torri, te planteas el ascenso. Son dos torres vestigio de la rivalidad de la sociedad de una ciudad porque construir la torre más alta era sinónimo de prestigio entre las familias más notables y tanto fue así que llegaron a haber más de cien. La torre Asinelli te regala las mejores vistas de la ciudad pero eso sí, tiene precio y no es la módica entrada (tres euros) sino los 499 escalones complicados donde los haya. De hecho en esta ocasión solo subieron la mitad de Cuatro a bordo.
Una ciudad histórica con un caso medieval muy rico y bien conservado que vale la pena visitar y que quizás la monumentalidad del país al que pertenece y el hallarse entre dos reinas como son Florencia y Venecia, impida que se la reconozca en plenitud como la joya que es. De Bolonia tomamos rumbo hacia San Marino para terminar la escapada con la guinda de una ciudad única: Venecia
Pero que descripción más interesante de Bolonia !!. De veras que me parece que es un destino a tener muy, muy en cuenta. Además, no creo que sea muy caro…
No, no lo es. No te lo pienses, además está muy bien comunicado con España. Vuelo directo desde muchas ciudades y todo un regalo para los sentidos. Tan vieja y tan joven…nosotros es de las que nos guardamos en la lista de repetir con más tiempo. Un saludo viajero 😉