República Dominicana. Un paraíso para perderse. Y así lo hicimos, pero con una condición: estar cerca de Santo Domingo. Porque cuando has estado en un «resort» corres el riego de confundir países. Sobre todo si no sales de él. Instalaciones similares y la vida en una «burbuja» confortable que te permite disfrutar de ese merecido tiempo de ocio pero ajeno al lugar donde se ubica. Aislado en el tiempo y sobre todo en el espacio.
Por aquel entonces vivíamos en Nueva York, con lo que aquella pequeña escapada al paraíso (en la Gran Manzana el frío helaba hasta los sentidos) apenas suponía un trayecto de tres horas en avión. Al viajar con mi hija de tres años y embarazada de mi pequeña Violeta, decidimos hospedarnos en un hotel cerca de la capital para evitar un trayecto largo cuando decidiéramos visitar la ciudad. Pero a quiénes viajen a este lugar maravilloso les recomiendo que al menos guarden un día para visitar Santo Domingo, Ciudad Patrimonio de la Humanidad.
A niños a bordo le encanta callejear, tomar el pulso de las ciudades, descubrir sus recovecos, sumergirse en el bullicio de sus calles y mercados, plazas detenidas por la siesta y parques de chiquillería alegre. Nada como la sonrisa despreocupada de un niño.
Santo Domingo, con una riqueza arquitectónica colonial en el trazado de su casco antiguo. La catedral, el parque Colón, la bulliciosa calle el Conde repleta de tiendas, la calle da las Damas o el Alcázar de Colón, palacio donde residió el hijo de Cristobal Colón, Diego, siendo gobernador de La Española. Los edificios de colores, la señal de “Pare” en lugar de Stop, los puestos callejeros… La vida cotidiana bajo el más fuerte de los soles de los dominicanos y dominicanas con algún que otro turista rastreando las huellas de una ciudad cargada de historia.
También he de decir que mi peque no se acuerda de la ciudad… ¡pero sí de las hamacas atadas a las palmeras, la piscina, el mar turquesa y los divertidos juegos del fantástico hotel ! Y nosotros, ¡claro! Nada como disfrutar de ambas experiencias.
Un resort es un paraíso para aquellos que quiere despreocuparse de horarios y agendas. Pero creo que es absurdo hacer tantos kms para sólo estar en la playa. Como muy bien dices, hay que aprovechar para conocer la cultura del país. En todos los hoteles ofrecen excursiones muy variadas e ideales para los niños. Les aportará mucho el conocer como viven otros niños y quizás, sirva para apreciar más lo que tienen.
Si es posible siempre es recomendable, aunque es cierto que a veces la situación del resort no lo propicia. Al estar cerca de una ciudad a la que nos podamos escapar, las vacaciones tienen un plus, un dos por uno : disfrutar de las instalaciones del resort y tomarle un poco el pulso a la ciudad/país 😉