La noria es un excelente mirador para disfrutar de París

Nada. Que no hay manera de acertar. He ido en diferentes meses del año y siempre me ha llovido. «París es así»  me decía una parisina, «lo que pasa que a los que nos visitan se les olvida». Tiene que ser como lo de Nueva York y el frío o el calor extremo. Como son ciudades con una magia especial, se les perdona los excesos climatológicos…

Viajar con calor y frío no es agradable, pero recorrer bajo la lluvia la ciudad que quieres disfrutar durante unos días, todavía es peor. Eso nos paso en julio. Mis hijas llevan en la maleta su buen número de países y ciudades, sobre todo europeas y americanas, pero todavía no habían pisado París salvo el aeropuerto cuando teníamos que hacer alguna conexión a otro lugar. Suele pasar con lo más cercano, es lo que vas dejando, vas dejando…hasta que dices, ya.  También nos pasa con Portugal. Hemos ido los adultos pero falta repetir con Cuatro a bordo.

Y el “ya” con el país vecino fue este verano que estábamos en Valencia. Disponíamos de pocos días, eso tiene vivir fuera de España, cuando regresas la familia no te deja escapar fácilmente 😉 Así que organizamos un viaje pactado: dos días ciudad, dos días parque temático. Eso es lo bueno de viajar a menudo, que al final el “equipo” ya está rodado y llega de forma fácil a acuerdos equilibrados para todas la partes 😉

Museo Louvre 

El Louvre es un museo que nadie quiere perderse

Visitar el Louvre era uno de los imprescindibles. Pero además tenía además varios alicientes: 1. que la audioguía era una nintendo muy atractiva y 2. que cada una quería ver una sala en concreto. Y un tercero en el que cuándo nos informamos previamente en la página web del museo no imaginamos, “¡no mojarnos!”.

Jamás había visto tanta gente en un museo. Bueno, la visita a los museos del Vaticano también tenía lo suyo… Pero pese a las riadas de gente, literal, compartir con mis hijas la Victoria de Samotracia, que fueran testigos de mi emoción,  explicarles lo que significaba ver una obra que te ha acompañado siempre en tus años de estudiante. La Gioconda, el Código de Hammurabi, las Bodas de Caná, la Venus de Milo, El escriba sentado que tanto impresionó a las niñas que sienten pasión por el Antiguo Egipto… Un lugar en el que, como ocurre con los grandes museos del mundo, sabes que vas a entrar de puntillas con la promesa de regresar otra vez.

París desde las alturas

Como seguía lloviendo, nada más salir del museo y recorrer la Rue Rivoli a cubierto, decidimos subir a la Gran Noria, junto a la plaza de la Concordia y los jardines de Tullerías. Qué bien hicimos. Vimos toda la ciudad desde las alturas. Es, sin duda, un mirador excepcional. Además de los imprescindibles de París, contemplar todos los tejados y áticos típicos de París es una estampa de lo más literaria.

Tras el avión, nos movimos en tren, metro (la línea 1 sin conductor que tanto fascina a los más pequeños), bus y taxi, no nos dejamos nada. Sobre todo porque nos encanta caminar y más bordeando el Sena pero la lluvia no nos daba tregua. Los Campos Eliseos y sus tiendas son salvaron un rato. El arco de Triunfo, la Torre Eiffel… Todo de puntillas y a cubierto…En cuanto al parque, lo contaremos otro día, pero también fue una aventura Disneyrain.

Eso sí, poniéndole buena cara al mal tiempo que por algo estábamos en la ciudad del Amor y nosotros, los Cuatro a bordo, juntos, felices 😉