Chicago en familia. La eterna rival de Nueva York en los Estados Unidos es sin duda uno de los lugares en el que tus hijos se lo pasarán en grande. Porque sin la fama de la Gran Manzana y pese a los vientos en contra (se la conoce como “Windy city”), la ciudad sin embargo te atrapa desde el primer momento.

Cuando la visitó Niños a bordo/Cuatro a bordo corría el mes de mayo y el tiempo nos acompañó bastante, pero no me la imagino en el frío más frío de los fríos salpimentado de viento. Entre otras actividades optamos por el típico bus rojo turístico y desde el techo abierto al cielo del segundo piso el destello del sol sobre los rascacielos de cristal, inolvidable.

El tren L elevado que recorre la ciudad dejó a las niñas fascinadas, también el turquesa del lago Michigan o el espectacular parque Millennium, sobre todo la famosa “bean o habichuela” en la que se refleja la ciudad… Pero lo que más les gustó, cómo no, fue el Navy pier con ciento y una propuestas para disfrutar. Recuerdo que para una de ellas, con un perro gigantesco disfrazado de pirata, pidieron voluntarios para salir a escena y Gabriela, que siempre tiene la mano preparada para alzarla y ofrecer su participación, ni corta ni perezosa salió, cantó, bailó y pasó, y nos hizo pasar, un rato realmente bueno.

El río Chicago cruzando la ciudad con sus puentes y paseos, la famosa Milla (la 5ª avenida de Chicago) con todo tipo de tiendas y atracciones (incluida la juguetería American Girls que tanto fascina a las niñas),  los parques y las avenidas amplias, y la vidilla que se respira en toda la ciudad nos regalaron una estancia inolvidable en esta ciudad única de América.

Y es que además tuvimos la gran suerte de encontrar una buena oferta para pernoctar en uno de los hoteles más bellos de cuantos hemos pisado y con un salón de baile monumental: tamaño plaza de toros y diseño palaciego. Se trata del Hilton Chicago ; un lugar de ensueño que mi hija mayor aún recuerda, pues no poco ratos se nos “escapaban” para bailar a sus anchas y subir y bajar por la escalera de cuento.

La noche que llegamos había además una gala de una fundación que lucha contra el Alzheimer que lleva el nombre de Rita Hayworth, y el desfile de elegancia conforme pasaban por el hall para adentrarse en la fiesta nos transportó a un improvisado desfile de alta costura. Ni hecho a propósito. Un viaje divertido, interesante y hasta “glamouroso”.