Nos escapamos el fin de semana a Valencia para oler pólvora. Y siendo como era víspera de la Fiesta en todo su esplendor, pudimos disfrutar de la ironía vestida de arte entre los catafalcos a medio montar, de las mil y una coloridas bombillas con las que cada barrio enciende la noche, de las carpas y casales a todo gas, de la música, del gentío pañuelo al cuello, del concierto efímero de ruido y color que cada día a las 2h de la tarde congrega a miles y miles de personas con la vista puesta en el cielo mientras todo tiembla. Es la mascletà. Cada vez a cargo de una batuta diferente; siempre con auditorio en su mayoría entendido que no duda en subir al pirotécnico a hombros cuando la “faena” ha sido excepcional.
Como no íbamos a estar en los días claves, después de la mascletà decidimos visitar la Exposición del Ninot Indultat. Cada año, desde principios de febrero y hasta el día de la Plantà de las fallas, se puede contemplar el ninot infantil (muñeco o grupo) y el de la falla grande que representa a cada falla. ¿El resultado? Cerca de ochocientas figuras o ninots entre las que el público, con su voto, elegirá dos, la pequeña y la grande, para ser indultadas y por lo tanto liberadas de convertirse en pasto de las llamas.
Para los pequeños es toda una lección, y además, divertida. Porque no sólo se educan en estética, aprenden a apreciar los distintos formatos y composiciones, y empiezan a comprender el doble sentido, la sátira y la ironía propias del arte fallero, sino que además tiene que hacer un loable esfuerzo para elegir entre cientos de ejemplos, en un inestimable ejercicio de aproximación a lo que son unas elecciones. Anotan, comparan, dudan, vuelven a meditar…y al final, eligen.
La noche terminó, como no podía ser de otra manera, tirando petardos adecuados a sus edades. Y es que el ruido no cesa ni un instante, tampoco la explosión de color y formas. La pólvora en el ADN.
Ahora las disfrutamos desde la distancia, desde la añoranza… pero si estás allí o tienes la oportunidad de ir estos días, no lo dudes, pasaréis unos días excepcionales, Pasacalles, ofrendas, conciertos, mascletaes, castillos de fuegos artificiales, competiciones, flores, fuego, bandas de música, chocolate con buñuelos…
Calzado cómodo, paciencia, ganas de andar, paciencia, flexibilidad, paciencia y humor, ¡mucho humor y diversión! Vale la pena.
¡Me encantan las fallas! Aunque lo de la pasión por el olor a pólvora es muy valenciano (y si no que se lo digan a los niños que apenas caminan ya van detrás de los petarditos, ¡increíble!) La próxima vez que vaya en febrero o marzo intentaré visitar la Exposición del Ninot pues como dices me parece muy interesante. Yo visité el Museo Fallero hace años y me gustó mucho.
Es divertida y cómoda. Y para los niños, lo de votar, una aventura 😉